Por/ Alexis Rojas Aguilera Tomada de Ahora Digital.
Los que aman el medio ambiente en la provincia de Holguín, tienen el corazón de fiesta. Por primera vez este territorio oriental logró que uno de sus pilares en la batalla por al salud de la Casa de Todos, acceda al Premio Nacional que confiere, muy selectivamente, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
Tal honor corresponde al proyecto-programa infanto-juvenil de educación ambiental Ecoarte que, patrocinado por el grupo Cubaníquel del Ministerio de Energía y Minas, marca pautas en ese territorio del este holguinero en materia de protección de sus enormes recursos naturales.
Con casi 20 de fundado, Ecoarte es referente obligado de un accionar que admira en todo el país, ámbito de creación infinita para niños y jóvenes que habitan la conocida tierra del níquel, para sus sueños y esperanzas.
Una creación que nació del talento invaluable de un habanero profundamente martiano, que decidió echar su suerte en Moa, a la que visualizó como el escenario perfecto para hacer realidad sus anhelos de constructor de un entorno más sano y feliz: el máster Melaneo Maden Betancourt.
No pocos obstáculos venció –y vence-- este hombre capaz de mover montañas, apenas con inteligencia, tenacidad, persistencia, capacidad de convocatoria, disciplina y honor, para poner en marcha algo inédito, por sus especificidades, entonces en Cuba.
Tampoco faltaron quienes lo tildaran de “loco” y le pronosticaran fracasos, pero lo niños y jóvenes y las familias que habitan las comunidades moenses “olfatearon el milagro” que contenían sus ideas, suerte de edificios etéreos con estructuras de acero inoxidable, que se anclaban en las almas claras.
Por ello dibujó en el aire la Fiesta de los Manglares, y las áreas costeras de Moa tan golpeadas por el antropismo, sintieron alivio y los niños y niñas, las chicas y chicos sonrieron al ver nacer mangles y patabanes de sus manos y eliminar algunas suciedades. Eran útiles.
Igual hizo con la Fiesta de la Semilla, y tierras degradadas por la minería a cielo abierto, fueron bendecidas con el sudor “de los que saben querer, de la esperanza del mundo” y miles de plantas tratan hoy de sanar poco a poco esas heridas de la Madre Tierra.
Un proceso creativo difícil de seguir el de Melaneo, cada vez más respaldado por personas e instituciones del municipio, la provincia y el país, que apoyan sus iniciativas y la acogen como propias.
A golpe de memoria vienen esfuerzos excepcionales como el proyecto Haití-Cuba, que une a estos cubanitos de Ecoarte con los hermanitos haitianos, a poco del trágico terremoto que asoló esa Isla tan próxima y querida.
Ejemplo de solidaridad alimentado con el don de la palabra expresada en cartas, poesías, cuentos, narraciones infanto-juveniles; o en las imágenes salidas del corazón de los menores moenses en forma de dibujos y pinturas.
O la ayuda manifiesta en obsequios utilitarios que entidades sensibilizadas, como la Asociación Cubana de Artesanos Artistas de la provincia incorporó a los envíos, y el respaldo de embajador haitiano en La Habana, Víctor Geneus, quien apreció en primera lectura su enorme significado educativo y moral, para los infantes de ambos pueblos.
Y ahora, el último Día Internacional de los Trabajadores, iniciaron el magno propósito de extender las alas solidarias de Ecoarte al conjunto de pueblos que forman el insular Caribe nuestro y que responde al nombre de Amo esta Isla. Seguro lo lograrán.
Enhorabuena, Ecoarte y Melaneo recibirán en Pinar del Río este nuevo estímulo, cuando el 5 de junio, Cuba celebre el Día Mundial del Medio Ambiente. Es como alcanzar el cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario