Por/Félix Ramón Lobaina
Para qué cubano digno no
constituye un gran honor y un privilegio
tener la posibilidad de encantarse en algún momento muy de cerca de ese
hombre gigante, de talla universal, que es Fidel.
Pasaban los años de 1968 a 1971, cuando concluía
exitosamente mi deber con las FAR a través de la histórica Columna Juvenil del
Centenario ( CJC) en Camagüey, antesala del actual Ejército Juvenil de Trabajo,
cuando por vez primera veo de cerca de nuestro querido Comandante en Jefe.
Me encontraba entre las
primeras unidades de esa destacada fuerza juvenil que estaba con centrada en
áreas aledañas a la Base
de Transporte Agropecuario de la ciudad de Los Tinajones.
Allí estaban Fidel y Raúl.
Nos habló a los columnistas que ya cumplíamos con nuestra misión en la tierra
del Mayor, convirtiéndonos en los más productivos del país con Jaime Crombet al
frente.
Quien me diría que 4 años
después enrolado en la vida civil como cuadro profesional de los CDR en Nicaro,
llego como apoyo y participo dentr5o de las primeras filas del acto de
inauguración por Fidel, en Moa del entonces Politécnico Antonio López
Fernández, y con ello las instalaciones de su tipo: René Bedia Morales, en
Levisa, e Ismael Ricondo, en Sagua de Tánamo.
Era el 14 de enero de 1975.
El Comandante en Jefe como parte de su visita por la zona minera, habla en el
acto inaugural del “Ñico López”, acompañado del entonces presidente polaco
Edward Gierek. Esta era la cuarta ocasión que este sencillo
profesional compartía de una actividad con la presencia del legendario
estadista.
A penas dos
años de este encuentro con Fidel en Moa, en septiembre de 1977 vuelvo a estar
cerca de él durante la celebración del Primer Congreso de los CDR en el
Emblemático Teatro Carlos Marx en la capital del país. Allí también estaba el
entonces Comandante Raúl Castro, Segundo Secretario del Partido y titular de
las FAR.
Nuevamente
con tremendo orgullo de satisfacción tuve el gran honor de estar en la tribuna
bien cerca de nuestro máximo líder en la histórica Plaza de las Revolución José
Martí, en el Acto Central por el 17 Aniversario de la fundación de los CDR, el
28 de septiembre de 1977, cuya clausura estuvo a cargo de nuestro Comandante en
Jefe.
Allí Fidel,
clausurando el congreso expresaba: “Los CDR vinieron a demostrar que no solo
eran un instrumento eficaz, muy eficaz para combatir al enemigo
contrarrevolucionario, sino un instrumento muy
eficaz prácticamente en todos los frentes de la Revolución”.
Tras varios años de ausencia
de Fidel por esta zona minero-metalúrgica, llega nuevamente en 1984, y es
precisamente el primero de noviembre,
cuando el líder de la Revolución inaugura la Plaza Guerrillero
de América a la entrada de la Fábrica
Comandante Ernesto Che Guevara, cuya puesta en marcha oficial
se produjo el 27 de enero de 1986.
Esta fue la última vez que
tuve la oportunidad de encontrarme bien
de cerca de ese hombre gigante de la historia. Fidel, que como expresara
recientemente la reconocidas escritora y colega Katiuska Blanco, es el hombre
del pasado, el presente y del futuro.
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