Por/ María Esther Pupo
Desde
la primera visita del Che Guevara -como Ministro de Industrias- a Moa, municipio productor de cromo, níquel y
cobalto, en el nordeste de Holguín, se hizo un lazo eterno entre él y los
mineros de esta tierra que guardan sus recuerdos y acciones como un tesoro.
El
26 de mayo de 1961 vio junto al Comandante Raúl Castro Ruz, y ambos eran
acompañados por sus esposas, Aleida March y Vilma Espín, según escritos de
quien fuera Historiador de la
Ciudad, Pablo Velazco Mir.
En
la entonces mina de cromo de Cayo Guam (actualmente cerrada), penetró en uno de
sus túneles subterráneos. Posteriormente, compartieron un almuerzo en una
humilde fonda del lugar. En esa
oportunidad, el Guerrillero Heroico se percató de las difíciles condiciones en
que vivían los trabajadores de las minas de cromo, expresando la necesidad de
construir viviendas decorosas para ellos.
En
la fábrica de sulfuro mixto de níquel y cobalto Comandante Pedro Sotto Alba
se entrevistó con el personal técnico que echaría a andar su aquella compleja
maquinaria industrial, algo que la mayoría creía imposible, luego de marcharse
los funcionarios norteamericanos que la operaban y llevarse los planos.
Sin embargo, el Che
confió en aquellos hombres, a quienes alentó cada vez que estuvo en Moa, comenzando por el propio ingeniero
Demetrio Presilla López, quien afirmó en una entrevista a Luis Báez que nunca
le negó su apoyo, sabiendo que él “no
era socialista ni comunista, pero convencido de que era un hombre honesto”.
De su primer
encuentro con el Che, a finales de MIL
960, Presilla cuenta en el libro Los que se quedaron que cuando él le planteó: para qué se
iba a echar a andar la planta de Moa, cuando teníamos en los almacenes 400 MIL
toneladas de níquel sin valor, entonces
le dijo: “Ingeniero, vamos a hacer un
compromiso. Usted me echa a andar la planta y yo me encargo de vender el
níquel.”
También la memoria
de Manuel Galbán Sopeña, otro legendario trabajador del Níquel, mantiene vivos
los momentos que estuvo junto al Che, y que marcaron el rumbo de su vida.
Rememora que en
enero de 1961, en la fábrica de Nicaro, la “Comandante René Ramos Latour”,
estaba impartiendo clases de procesos y balance metalúrgico a un grupo de
compañeros, cuando vieron llegar en un jeep al Che. El joven Ministro de
Industrias los saludó, haciendo algunas preguntas, para luego despedirse diciendo “sigan así”.
Días después de
aquel encuentro, cuenta Galbán, llegó a Nicaro un compañero del Ministerio que
venía con una tarea encomendada por el Che: entrevistar a algunos de los
técnicos que habían trabajado en la
Planta de Moa y con él para que fuera a cooperar a ese
territorio.
En aquel momento
Galbán tenía otros planes como continuar la carrera de Medicina, pero este
suceso lo convenció de ir a Moa, en febrero de 1961conoció la fábrica y se dio
cuenta de que era completamente diferente a la de Nicaro, un gran reto al cual
debía unir su suerte, y así lo hizo, en un principio, organizando el proceso de
la contabilidad metalúrgica en la “Pedro Sotto Alba”, transitando luego por las
más diversas responsabilidades hasta hoy
que ha llegado a sus más de 80 años sin marcharse de Moa.
Los instantes que
vivió el Guerrillero Heroico, entonces Ministro de Industrias en esta tierra
roja del noreste de Holguín, se han multiplicado en los recuerdos de su gente,
en anécdotas que pasan de una generación a otra, y que cada año pueden ser
escuchadas en el Evento sobre Pensamiento Guevariano, organizado por la segunda
fábrica de níquel de Moa, la que lleva su nombre.
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