Edilberto Rodríguez Tamayo (Taíno) |
Hay un segmento del legado del Apóstol en el que los cubanos
estamos en deuda con él y está relacionado con la belleza, al menos en su
segmento más material y cotidiano.
Nuestro Héroe Nacional no solo fue un amante de lo bello
sino también un promotor, un verdadero cultor de la belleza; en carta as u
amigo Manuel Mercado, fechada el 30 de
marzo de mil 878 en Guatemala, expresa en forma lapidaria: “Sin disputa, la
belleza es un derecho”.
Tres años antes, en la revista Universal de México, escribe:
“… el contacto de bellezas ennoblece y mejora el concepto propio”.
Claro que muchos pudieran pensar, con muy fundadas razones,
en una incidencia más espiritual en estos razonamientos, sin embargo Martí deja
bien claro a lo que se refiere, en La Opinión Nacional, de Caracas, en
enero de mil 882 (cito): Hace bien a los hombres quiñen se ocupa de dar bella forma a los
objetos que han de rodearlos.
Ayuda a vivir una casita limpia y bien aderezada” (fin de la cita) y al mes
siguiente, como si fuera algo que le preocupara sobremanera, concluye en esas
mismas páginas: “La belleza en lo que nos rodea ayuda a la vida”.
Pero como nos hemos propuesto referirnos a efectos más de
índole material, les comento que un verdadero compendio puede considerase en
este sentido su única novela “Amistad funesta” donde expresa en su página 205: “…las
habitaciones se han de tener lindas. No para enseñarlas por vanidad a las visitas,
sino para vivir en ellas. Mejora y alivia el contacto constante con lo bello. Concluyendo
un poco más adelante: Conviene tener siempre delante de los ojos, alrededor,
ornando las paredes, animando los rincones donde se refugia la sombra, objetos
bellos que la coloreen”.
Por último mencionar lo que aparece en su texto “Escuela de
Electricidad”, publicado en New York, en noviembre de mil 883 (cito): “Con
hacer el arte industrial, y la industria artística, esparce el amor por la
belleza, que es mejorar a los hombres, así como una habitación espaciosa invita
a la majestad, un objeto bello invita a la cultura”.
El notable intelectual Romo Bodei en su obra “La forma de lo
bello” explica que la vista y el oído son sentidos públicos, contemplativos,
que captan relaciones medibles, traducibles por la inteligencia, respondiendo a
las exigencias de la racionalidad. Según el mismo autor esta relación entre belleza y
moralidad y cualquier reclamo formativo de virtudes y hábitos positivos, por
contraposición, hace que se asocie lo feo con el caos, el desorden y la desproporción.
Indudablemente hay sectores del pensamiento martiano que han
sido menos promovidos, o cuya promoción es nula, hoy cualquier cubano puede
repetir una frase martiana sobre la cultura, el hábito de leer, el amor a la
patria, la mujer, la música, el antimperialismo y otras, sin embargo no ocurre
así con la belleza. Quien quita que si esta hubiese tomado el lugar que merece en una patria que construye el socialismo,
tuviéramos ciudades o construcciones más bellas o nuestro comportamiento
ciudadano en general fuera más atinado.
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